sábado, 2 de febrero de 2013

Producción de la leche materna

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El proceso empieza durante el embarazo.
Si estás embarazada, probablemente ya habrás notado la metamorfosis que se ha producido en tus senos. Esos cambios fisiológicos, como senos sensibles e hinchados, pezones y areolas (el círculo de piel que rodea al pezón) más oscuros, pueden ser unos de los primeros indicadores de que estás embarazada. 


Los expertos creían que el cambio de color en la areola le proveía al recién nacido una ayuda visual. Sin embargo, no hay evidencia que respalde ese argumento. Algunos especialistas en lactancia señalan que esa ayuda visual no es necesaria, ya que los recién nacidos se prenden al pecho de la mamá, minutos después de nacer cuando tienen aún los ojos completamente cerrados. 
Otra señal de que tus senos están listos para amamantar es cuando los granos diminutos que tienes alrededor de la areola empiezan a crecer y son más visibles. Esto regularmente sucede durante el tercer trimestre. Esa especie de granos, conocidos como glándulas de Montgomery, segregan una sustancia aceitosa que limpia, lubrica y protege al pezón contra las infecciones durante la lactanciaQué ocurre dentro de tu seno
Las profundas transformaciones que tienen lugar dentro de los senos, quizás sean más especiales que los cambios visibles. Con el desarrollo de la placenta se promueve la liberación de estrógeno y progesterona, sustancias que, a su vez, estimulan el complejo sistema biológico que hace posible la lactancia. 
producción de leche

Producción de lecheAntes del embarazo, tus senos están compuestos en gran medida por una combinación de tejidos de apoyo, glándulas mamarias y grasa protectora. La cantidad de tejidos grasosos varía de una mujer a otra y es lo que determina que haya senos de muchas formas y tamaños. 
De hecho, tus nuevos senos, más sensibles e hinchados, llevan preparándose para el embarazo desde que eras un embrión de 6 semanas en el útero de tu propia madre. Cuando tú naciste, los principales conductos lácteos — la red de canales que luego transportarán la leche dentro de tus senos — ya estaban formados dentro de ti. 
Tus glándulas mamarias se mantuvieron latentes hasta la pubertad, cuando una oleada hormonal de estrógeno las hizo crecer y agrandarse. Con el embarazo esas glándulas funcionan al máximo rendimiento. 
Para cuando tu bebé nace, los tejidos glandulares han remplazado a la mayor parte de las células grasosas, siendo responsables del aumento del tamaño de tus senos. ¡Cada uno de ellos puede aumentar hasta 1/2 libra de peso (227 gramos)! 
Integrada entre las células grasosas y el tejido glandular hay una intrincada red de canales llamados conductos mamarios. Las hormonas del embarazo hacen que estos conductos se multipliquen en número y tamaño. 
Esos conductos se separan y dividen en canales más chicos en torno al pecho llamados conductillos. Al extremo de cada uno de ellos hay un racimo de pequeños sacos, parecidos a uvas, llamados alvéolos. Un racimo de alvéolos forma un lobulillo. Y un racimo de lobulillos se denomina lóbulo. Cada seno contiene entre 15 y 20 lóbulos, con un conducto mamario por cada uno de ellos. 
La leche se produce dentro de los alvéolos, los cuales están rodeados de músculos diminutos que exprimen las glándulas y empujan la leche hacia los conductillos. Esos conductillos apuntan a un conducto mayor que se va agrandando hasta formar los senos lactíferos que se encuentra directamente debajo de la areola. 
Éstos son como una especie de represa que contiene la leche hasta que tu bebé la succiona a través de las aberturas minúsculas que tiene el pezón. (Piensa en que los 15 ó 20 conductos son como popotes o pajitas individuales que confluyen en la punta de tu pezón para trasladar la leche hasta la boca del pequeño). 
El sistema de canales mamarios acaba por desarrollarse plenamente durante el segundo trimestre de modo que puedes dar el pecho a tu bebé incluso si éste llega prematuramente. 


La producción aumenta tras el parto


La producción a gran escala de leche materna comienza dentro de las 48 a 96 horas siguientes al parto. Las mujeres que tienen a su segundo bebé, empiezan a producir leche más rápido que cuando tuvieron a su primer hijo. 
Una vez que expulsas la placenta — gran fuente de generación hormonal — los niveles de progesterona y estrógeno de tu cuerpo descienden rápidamente. Al mismo tiempo, aumenta el nivel de la hormona prolactina. Esta hormona de la glándula pituitaria le indica a tu cuerpo que tiene que producir mucha leche para alimentar a tu bebé. Los estudios en laboratorio muestran también que la prolactina hace que te sientas más "maternal", por eso algunos expertos la denominan hormona maternal. 
A medida que tu cuerpo se prepara para la lactancia va impulsando nueva sangre dentro de los alvéolos, haciendo que los senos estén firmes y plenos. La inflamación de los vasos sanguíneos, junto con la abundancia de leche, puede hacer que tus senos queden temporalmente doloridos y congestionados, pero si das el pecho frecuentemente, en los primeros días se te aliviará esa molestia inicial. Lo primero, el calostro
Durante los primeros días de lactancia, tu bebé va a gozar de una sustancia cremosa pero baja en grasa y alta en proteína llamada calostro. Puede que en las últimas semanas del embarazo hayas notado que tus senos segregaban unas pocas gotas de esta sustancia amarillenta y gruesa (a algunas mujeres les sucede en el segundo semestre). 
Esta "primera leche" se produce a medida que las células del centro de los alvéolos se disuelven y fluyen por los conductos mamarios hasta llegar al pezón. Este líquido precioso y fácilmente digerible está repleto de anticuerpos llamados inmunoglobulinas, que fortalecen el sistema inmunológico del bebé para que pueda luchar contra las enfermedades. 
Cómo fluye la leche hacia tu bebé
Para que tu bebé goce con tu leche es preciso que ésta se libere, o salga, de los alvéolos internos. Ocurre así: al succionar el bebé tu pezón se produce una estimulación de la glándula pituitaria y ésta segrega oxitocina y prolactina dentro del flujo sanguíneo (lo mismo puede pasar sólo por pensar en tu bebé o cuando éste llora). Cuando le leche llega a tu seno, la oxitocina hace que las células alrededor de los senos se contraigan. 
Y es así como el nutritivo alimento se vacía en los conductos mamarios. Al mamar, tu bebé lo que hace es estrujar la leche de los senos y succionarla hasta que entra en su boquita. 
Durante los primeros días de lactancia puede que sientas molestias en el abdomen cuando el bebé está mamando. Esta incomodidad es normalmente muy benigna e indica que tu cuerpo está segregando oxitocina, una hormona que también contribuye a que tu matriz recupere el tamaño anterior al embarazo. (Esta misma hormona fue la que ayudó a contraer tu útero durante el parto). 
También puede que te sientas satisfecha, jovial y tranquila mientras amamantas. Con razón algunos hablan de la oxitocina como la hormona del amor, ¿no? Además puede ser que te sientas un poco cansada y con sueño. Éstas son señales de que tu bebé está estimulado apropiadamente tu producción de leche. 
Al aumentar el flujo de leche materna quizás notes sensaciones de cosquilleo, ardor o picores en tus senos. La leche puede gotear o incluso salir a chorros durante el "reflejo de eyección" (el reflejo que hace que te salga la leche producida por tus senos). Si esto te sucede en el momento menos apropiado, trata de cruzar tus brazos frente a tus senos y pon un poco de presión para tratar de detener la leche. 


Vía: Baby center

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