sábado, 2 de febrero de 2013

Leche artificial vs leche materna

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Elegir entre la lactancia materna y la lactancia artificial es una de las primeras decisiones que tienen que tomar los padres en ciernes. La Academia Americana de Pediatría (AAP) coincide con organizaciones como la Asociación Médica Americana (American Medical Association, AMA), la Asociación Dietética Americana (American Dietetic Association, ADA) y la Organización Mundial de la salud (OMS) al recomendar la lactancia materna como mejor opción para alimentar a un bebé. La lactancia materna contribuye a la defensa contra las infecciones, a prevenir alergias y a proteger contra diversas afecciones crónicas.

La AAP afirma que las madres deberían alimentar a sus bebés exclusivamente con leche materna durante los primeros seis meses. A partir de ese momento, la AAP anima a las madres a continuar con la lactancia materna por lo menos hasta los 12 meses y durante más tiempo si tanto la madre como el bebé así lo desean.
Aunque los expertos consideran que la leche materna es la mejor opción nutricional para los bebés, la lactancia materna no siempre es posible. En muchos casos, la decisión de dar el pecho o el biberón al bebé se basa en criterios de comodidad y estilo de vida y en consideraciones médicas específicas.
Para aquellas mujeres que no pueden amamantar a sus bebés o que deciden no hacerlo, las leches infantiles son una buena alternativa. Algunas mujeres se sienten culpables por no amamantar a sus bebés. Pero, si usted alimenta a su bebé con una leche artificial comercializada, podrá tener la seguridad de que las necesidades nutricionales del pequeño estarán colmadas. Y podrá establecer un vínculo emocional con su bebé igual de fuerte. Después de todo, independientemente de que lo alimente con leche materna o artificial, las tomas serán un momento de gran conexión e intimidad entre usted y su pequeño.
La decisión de amamantar o dar el biberón a su bebé es una decisión muy personal. De todos modos, hay algunas consideraciones que tal vez quiera tener en cuenta antes de decidir qué es mejor para usted y para su recién nacido.

Amamantar a un bebé puede ser una experiencia maravillosa tanto para la madre como para el bebé. Proporciona una nutrición ideal y una experiencia de vinculación muy especial de la que muchas madres disfrutan enormemente.

He aquí algunos de los efectos beneficiosos de la lactancia materna.
Protección contra las infecciones. Los anticuerpos que la madre trasmite al bebé a través de la leche materna pueden ayudar a disminuir la incidencia de muchos trastornos, incluyendo:
  • las infecciones de oído
  • las diarreas
  • las infecciones respiratorias
  • la meningitis
Hay otros factores que contribuyen a proteger a los bebés amantados contra las infecciones, al favorecer este tipo de lactancia el buen funcionamiento del sistema inmunitario, aumentando las defensas contra las infecciones y disminuyendo la proliferación de microorganismos nocivos como las bacterias y los virus.
La lactancia materna es especialmente beneficiosa para los bebés prematuros y también puede proteger a los pequeños contra:
  • las alergias
  • el asma
  • la diabetes
  • la obesidad
  • el síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL)
En conjunto, los bebés amamantados tienen menos infecciones y se tienen que hospitalizar menos frecuentemente que los alimentados con leche artificial.
Nutrición y facilitación de la digestión. Los componentes de la leche materna -lactosa, proteína (suero y caseína) y grasa- a menudo denominados la "comida perfecta" para los bebés humanos, son fácilmente digeribles por el sistema digestivo, todavía inmaduro, del recién nacido.
En conjunto, los bebés amamantados tienen menos problemas digestivos que los alimentados con leche artificial. La leche materna tiende a digerirse con mayor facilidad, por lo que los bebés amamantados tienen menos episodios de diarrea o estreñimiento.
La leche materna también contiene, lógicamente, muchas de las vitaminas y minerales que necesita un recién nacido. Una madre sana no necesita tomar ningún suplemento vitamínico o nutricional, exceptuando la vitamina D. La leche materna contiene algo de vitamina D y esta vitamina se fabrica en el organismo cuando la piel se expone a la luz solar. Pero, puesto que la exposición solar aumenta el riesgo de lesiones cutáneas, se recomienda minimizar esta exposición. Consecuentemente, la AAP recomienda administrar suplementos de vitamina D a todos los bebés amamantados durante los dos primeros meses de vida y hasta que ingieran suficiente cantidad de leche enriquecida con vitamina D (a partir del año).
La Administración de Alimentos y Drogas (Food and Drug Administration, FDA) de EE.UU. regula la fabricación de leches infantiles para que contengan todos los nutrientes necesarios conocidos (incluyendo la vitamina D). Las leches comercializadas intentan reproducir los ingredientes de la leche humana y cada vez se están acercando más, aunque no han conseguido reproducir su composición exacta. ¿Por qué? Porque algunos de los componentes más complejos de la leche materna son demasiado difíciles de fabricar artificialmente y hay algunos que todavía no se han identificado.
Gratuidad. La leche materna no cuesta ni un céntimo. Y, debido a sus propiedades inmunitarias y a los anticuerpos que contiene, los bebés amamantados enferman menos que los alimentados con leche artificial. Por ejemplo, los investigadores han constatado que los bebés que se alimentan exclusivamente con leche materna tienen menos episodios de infección de oído. Esto implica menos visitas a la consulta del pediatra, lo que significa menor cantidad de copagos y menor necesidad de comprar medicamentos de venta con o sin receta médica.
Asimismo, las mujeres que amamantan a sus hijos tienen que faltar menos al trabajo para cuidarlos cuando se ponen enfermos.
Sabores diferentes. Por lo general, una madre lactante necesita 500 calorías adicionales cada día para producir leche materna, lo que significa que deberá ingerir una amplia variedad de alimentos equilibrados. Esto permite que los bebés amamantados puedan probar diferentes sabores a través de la leche materna, pues esta sabe de forma diferente en función de lo que haya comido la madre.
Disponibilidad. Sin tener que hacer carreras de última hora al supermercado, la leche materna siempre está disponible y lista para tomar. Y tampoco hace falta calentar biberones a media noche. A las madres que amamantan a sus hijos también les resulta más fácil estar activas -y entrar y salir de casa con sus bebés- sabiendo que podrán alimentarlos en cuanto los pequeños tengan hambre.
Prevención de la obesidad. Algunos estudios han constatado que la lactancia matera ayuda a prevenir la obesidad.
Bebés más listos. Algunos estudios sugieren que los niños alimentados exclusivamente con leche materna tienen CI ligeramente más altos que los alimentados con leche artificial.
Contacto "piel a piel”. Muchas madres disfrutan enormemente de la íntima conexión que establecen con sus bebés cuando los amamantan. Y el contacto piel a piel puede contribuir a afianzar el vínculo emocional que se establece entre madre e hijo.
Beneficiosa también para la madre. La capacidad de alimentar al bebé sin necesidad de administrarle ningún otro nutriente puede ayudar a una madre a ganar seguridad en sí misma sobre su capacidad para cuidar del pequeño. La lactancia también quema calorías y ayuda a que el útero se encoja tras el parto, de modo que las madres que amamantan a sus hijos recuperan la figura y pierden peso más deprisa. Así mismo, los estudios muestran que la lactancia materna ayuda a reducir el riesgo de cáncer de mama y también es posible que ayude a reducir el riesgo de cáncer de útero y de ovarios.

A pesar de ser la mejor opción nutricional para los bebés, la lactancia materna también puede acarrear algunas preocupaciones que comparten muchas madres. Aunque algunas le cogen el tranquillo enseguida, puede ser todo un desafío para otras. A veces, tanto la madre como el bebé necesitan mucha paciencia y persistencia para habituarse a la lactancia materna. Pero generalmente, a la larga, los esfuerzos compensan con creces, tanto a la madre como al bebé.

Entre las preocupaciones más frecuentes de las madres, sobre todo durante las primeras semanas o meses de lactancia, se incluyen:
Incomodidad y molestias. Al principio, como ocurre con cualquier habilidad nueva, muchas mujeres no se sienten cómodas cuando dan el pecho a sus bebés. Pero, con información, apoyo y práctica, la mayoría de madres superan esta etapa. El punto fundamental es que la lactancia no debe doler.
El dolor cuando el bebé se agarra al pecho es normal durante la primera semana hasta el décimo día, y debería durar menos de un minuto en cada toma. Pero, si el hecho de dar el pecho resulta doloroso durante toda la toma o se tienen los pezones o los senos doloridos, es una buena idea pedir ayuda a un especialista en lactancia o al médico. Muchas veces solo es cuestión de utilizar la técnica adecuada, pero a veces el dolor puede obedecer a otro motivo, como una infección.
Tiempo invertido y frecuencia de las tomas. Es incuestionable que la lactancia materna exige una considerable cantidad de tiempo y dedicación por parte de la madre. Pero ocurre lo mismo con otras muchas tareas relacionadas con el cuidado y la educación de los hijos. A algunas mujeres les preocupa que la lactancia pueda crearles problemas en el trabajo, o que no les permita ir de compras o viajar debido al horario de las tomas o a la necesidad de extraerse leche durante el día.
Y es cierto que los bebés amamantados necesitan alimentarse más a menudo que los alimentados con leche artificial porque la leche materna se digiere más deprisa que la artificial. Esto significa que el bebé puede necesitar mamar cada dos o tres horas (tal vez más, tal vez menos) durante las primeras semanas de vida.
Esto puede ser agotador para la madre, pero una vez la lactancia está bien establecida (lo que se suele conseguir aproximadamente al cabo de un mes), otros miembros de la familia pueden colaborar dándole al bebé biberones de leche que la madre se haya extraído previamente cuando necesite un respiro o deba reincorporarse al trabajo. Y los bebés no tardan mucho en alimentarse menos frecuentemente y en dormir toda la noche de un tirón (generalmente en torno a los tres meses). Asimismo, con un poco de organización y administrando bien el tiempo, resulta más fácil diseñar un horario de lactancia y extracción de leche que resulte manejable.
Dieta. Las mujeres que dan el pecho deben tener cuidado con lo que comen y beben, puesto que pueden transmitírselo a sus bebés a través de la leche materna. Al igual que durante el embarazo, las madres lactantes deberían evitar los pescados ricos en mercurio y limitar el consumo de aquellos pescados que contenga concentraciones más bajas de mercurio. Si una madre lactante bebe alcohol, una cantidad reducida del mismo le llegará al bebé a través de la leche materna. Después de tomar cualquier bebida alcohólica, deberá esperar por lo menos dos horas antes de amamantar al bebé. El consumo de cafeína debería limitarse a no más de 300 miligramos (entre una y tres tazas de café) al día porque esta sustancia puede provocar problemas, como inquietud e irritabilidad, en los bebés. Algunos bebés son muy sensibles a la cafeína y tienen problemas incluso con cantidades menores.
Trastornos médicos de la madre, medicamentos y cirugía mamaria. Algunas afecciones como la infección por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) o sindrome de inmunodeficiencia adquirid (SIDA) o aquellas que requieren someterse a quimioterapia o tomar determinados medicamentos, hacen que la lactancia materna no sea segura para el bebé. Si una mujer no está segura de si debería amamantar a su bebé porque padece determinado trastorno debería preguntárselo a su médico o a un especialista en lactancia. Las mujeres deberían preguntar a sus médicos sobre la seguridad de tomar cualquier medicamento durante la lactancia, incluyendo los de venta sin receta médica, o cualquier producto que contenga plantas medicinales.
Las mujeres que se han sometido a cirugía mamaria, como una reducción de senos, pueden tener dificultades para producir leche si la intervención ha dañado los conductos mamarios. Deberán exponer sus preocupaciones a su médico y pedir consejo a un especialista en lactancia.
Fabricadas en condiciones de esterilidad, las leches artificiales intentan reproducir las propiedades y composición de la leche materna utilizando una compleja combinación de proteínas, azúcares, grasas y vitaminas que sería imposible fabricar artesanalmente en casa. Por lo tanto, si usted decide no amamantar a su bebé, es importante que le dé solamente leche infantil comercializada en vez de intentar elaborar una en casa.
Aparte de los motivos médicos que pueden desaconsejar la lactancia materna, a algunas mujeres amamantar a sus bebés les resulta demasiado difícil o estresante.
He aquí otros motivos que pueden llevar a una mujer a elegir la lactancia artificial:
Comodidad. Cualquiera de los dos progenitores (o cualquier otro cuidador) puede darle el biberón al bebé en cualquier comento (aunque esto también se puede hacer cuando la madre se extrae leche). Esto permite que la madre comparta con el padre la tarea de alimentar al bebé y ayuda a este último a involucrarse más en este crucial proceso y en la formación del vínculo que suele conllevar.
Flexibilidad. Una madre que alimenta a su bebé con leche artificial tiene la libertad de dejar al pequeño con el padre u otro cuidador sabiendo que lo podrán alimentar durante su ausencia. No necesitará extraerse leche ni organizarse el horario de trabajo u otras obligaciones y actividades en función de las tomas del bebé. Tampoco necesitará buscar un lugar recogido cuando tenga que alimentar al bebé en público. De todos modos, si la madre sale de casa con el bebé, necesitará llevar encima provisiones para poder prepararle biberones.
Tiempo invertido y frecuencia de las tomas. Puesto que la leche artificial se digiere más despacio que la materna, los bebés alimentados con leche artificial generalmente necesitan alimentarse menos frecuentemente que los amamantados.
Dieta. Las mujeres que optan por la lactancia artificial no necesitan preocuparse de que lo que coman o beban pueda afectar a sus bebés.
Organización y preparación. Siempre se debe tener suficiente leche artificial a mano y se deben preparar los biberones. Las leches en polvo y las condensadas se deben preparar con agua esterilizada (que se deberá hervir hasta que el bebé tenga por lo menos seis meses). Las leches infantiles que se venden listas para el uso y que se pueden verter directamente en el biberón sin añadir agua tienden a ser caras.
Los biberones y las tetinas se deben esterilizar antes del primer uso y luego lavarse después de cada toma (esto también es aplicable a los biberones de leche materna previamente extraída). Los biberones y las tetinas pueden transmitir bacterias si no se lavan adecuadamente, y lo mismo ocurre con la leche artificial no conservada en envases estériles.
Los biberones que se dejan fuera de la nevera durante más de una hora y cualquier cantidad de leche artificial que quede en el biberón después de una toma deben desecharse. Los biberones preparados no se deben guardar en la nevera durante más de 24 a 48 horas (lea la etiqueta del producto para más información).
Algunos padres calientan el biberón antes de dárselo al bebé, aunque generalmente no es necesario hacerlo. No se debe utilizar nunca el microondas para calentar biberones porque se puede crear peligrosas "burbujas o puntos calientes".
En lugar de ello, si su bebé prefiere el biberón caliente, coloque el biberón frío debajo de un chorro de agua caliente durante unos minutos. También puede calentar el biberón en una cacerola con agua (al baño María) y, antes de dárselo al bebé, comprobar la temperatura dejando caer una o dos gotas en la cara interna de la muñeca.
Carencia de anticuerpos. Ninguno de los importantes anticuerpos que contiene la leche materna se encuentra en la leche artificial, lo que significa que esta no proporciona al bebé la protección añadida contra las infecciones y las enfermedades que proporciona la leche materna.
Coste económico. La leche artificial cuesta dinero. Las variantes en polvo son las más baratas, seguidas de las concentradas, siendo las más caras las que se venden listas para el uso. Y las leches especiales (por ejemplo, de soja o hipoalergénicas) son más caras -a veces mucho más caras- que las básicas. El coste de alimentar a un bebé con leche artificial básica durante el primer año de vida ronda los $1.500.
Posibilidad de producir gases y estreñimiento. Los bebés alimentados con leche artificial son más proclives a tener gases y a hacer deposiciones duras que los alimentados con leche materna.
Imposibilidad de reproducir la complejidad de la leche materna. Las leches artificiales están lejos de reproducir la complejidad de la leche materna, que cambia a la par de las necesidades nutricionales del bebé.




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